Las deudas pueden ser un verdadero quebradero de cabeza, especialmente cuando empiezan a acumularse. ¿Qué se puede hacer cuando se acerca el punto de no retorno? Básicamente existen dos soluciones: reunificar la deuda y renegociar con el banco o acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad. Y en Legaling vamos a hablarte de esta segunda opción.
Si la situación todavía no es tan desesperada, puedes probar a crear un plan para reducir tus deudas antes de tener que usar alguna de estas herramientas. La opción más sencilla es organizar tus préstamos de menor a mayor cuantía y amortizar anticipadamente las primera de ellas, es decir, la que menos queda por pagar. Una vez termines de hacerlo, usa ese dinero para adelantar pagos de la siguiente deuda y así hasta terminar con todas.
Con esa sencilla fórmula podrás ir reduciendo tus deudas sin recurrir a la reunificación o a la Ley de Segunda Oportunidad. Si al listar tus deudas ves alguna con un tipo de interés inusualmente alto, investiga para saber si el préstamo puede considerarse usura y así reclamarlo.
¿Y si no tienes ese margen de maniobra? Ahí es donde entran en juego las otras dos herramientas.
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En qué consiste la reunificación de las deudas
El proceso de reunificar una deuda es muy fácil de entender. Consiste en tomar todos los préstamos que tiene una persona y unirlos en un solo préstamo. Lo más habitual es que este sea un préstamo hipotecario. La razón es que son los préstamos con un tipo de interés menor y también los que son más fáciles alargar en el tiempo, además de que ofrecen la garantía adicional de la vivienda.
El objetivo de reunificar la deuda es optimizar los recursos para poder hacer frente a esos préstamos y, normalmente, pagar un tipo de interés total menor. Es decir, si tenías dos deudas por tarjetas de crédito con un tipo del 19% y un préstamo personal al 8%, además de la hipoteca al 2,5%, puedes conseguir unirlas todas en un préstamo al 4%, que es un tipo menor de lo que veías pagando.
Para adecuar la cuota del préstamo a un nivel que puedas afrontar, la mayoría de empresas especializadas en reunificación de deuda optarán por alargar al máximo el plazo del préstamo. Esa medida reducirá la cuota que pagas cada mes, pero puede hacer pagar más en total a largo plazo.
En cualquier caso, durante este proceso es también interesante renegociar con el banco. De hecho, lo idóneo es plantear esta reunificación con alguno de los bancos acreedores.
La Ley de Segunda Oportunidad en España
La Ley de Segunda Oportunidad es el último bastión para las personas con deudas. El objetivo de este proceso es, como su propio nombre indica, que las personas que se acojan a él puedan dejar atrás sus deudas y empezar de nuevo.
En sus inicios, esta ley estaba pensada para empresarios individuales, autónomos y emprendedores, aunque en realidad cualquier persona puede acogerse a ella.
Cómo funciona la Ley de Segunda Oportunidad
Le Ley de Segunda Oportunidad o Ley 25/2015 es una forma en que las personas sobreendeudadas pueden renegociar con sus acreedores un nuevo formato de pagos. De hecho, el primer paso de esta ley es buscar un acuerdo extrajudicial de pagos con los acreedores. En otras palabras, negociar con el banco y el resto de entidades financieras nuevas condiciones para devolver el préstamo.
Estas nuevas condiciones pueden ir desde un tipo de interés menor hasta un aumento del plazo de devolución del préstamo pasando por periodos de carencia si el motivo de la imposibilidad de pago es coyuntural.
La ventaja del proceso de segunda oportunidad es que los bancos y demás acreedores tienen incentivos para negociar. Tras las últimas sentencias, incluso Hacienda y la Seguridad Social los tienen.
Y es que, en caso de no alcanzar ningún tipo de acuerdo, se inicia el proceso judicial con el que podrás solicitar el beneficio de exoneración de deudas. En otras palabras, que se cancele una parte o todas las deudas que tienes. De hecho, durante esta fase y si no hay acuerdo extrajudicial, el juez puede exonerar el 100% de la deuda si lo estima oportuno. Este el principal beneficio de la Ley de Segunda Oportunidad.
Por desgracia, no es una ventaja que esté exenta de inconvenientes. El más significativo es que debes desprenderte de todo tu patrimonio salvo el que se considere imprescindible para vivir o desarrollar tu actividad profesional. En otras palabras, dependiendo de tu situación puedes llegar a conservar tu vivienda, aunque lo normal es que tengas que cederla, aunque sea bajo el formato de dación en pago.
El resto de ventajas de esta ley pasan por que podrás volver a solicitar financiación y que te la concedan o que te eliminarán de los listados de morosidad a su debido momento.
Requisitos para acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad
El proceso de segunda oportunidad es para todo el mundo, aunque hay que cumplir ciertas condiciones:
- Demostrar que no tienes patrimonio para hacer frente a las deudas o que ya se ha liquidado. De nuevo, la casa o el local de la empresa pueden ser excepciones.
- Las deudas no pueden superar los cinco millones de euros, algo que aplica para la mayoría de personas físicas.
- La buena fe del deudor, que empieza por haber tratado de alcanzar un acuerdo extrajudicial antes de iniciar el concurso, entre otras cosas.
También entrarían dentro de esta buena fe el no haberse acogido a este mismo proceso en los 10 años anteriores o no haber rechazado ofertas de empleo adecuadas a tus capacidades en los últimos cuatro años. En otras palabras, que como deudor debes haber hecho tu parte para poder seguir pagando las deudas.
Qué pasa con las deudas sujetas a esta segunda oportunidad
Las deudas no desaparecerán inmediatamente por mucho que te exoneren de su pago. De hecho, tardarán cinco años en cancelarse legalmente. Hasta entonces, es como si solo se hubiese paralizado el pago. Esta medida sirve para evitar posibles fraudes.
Una vez transcurrido un lustro es cuando por fin estarás libre de la carga de esas deudas, aunque antes ya habrás podido rehacer tu vida sin tener que pagar una deuda que no podías devolver.
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